La ansiedad es un mecanismos de defensa natural que surge ante una situación para la que no nos sentimos preparados.
Se convierte en un trastorno cuando nos domina y afecta a situaciones comunes como dormir, ir a la escuela e incluso jugar. Se comienza a tener un bajo rendimiento académico o evitación por acudir a lugares que antes eran agradables.
La primera reacción por parte de la familia es decir que se trata de “nervios” y la misma minimización hace que no se identifique como tal la ansiedad y por lo mismo tarda la atención.
Los tipos más comunes de ansiedad son las fobia específica, trastorno obsesivo-compulsivo, angustia de separación, estrés post traumático y ansiedad generalizada.
Cuando se padece ansiedad las causas parecen tan abrumadoras que afectan la manera de pensar ya que se comienzan a preocupar por un evento para el que falta mucho tiempo, por un examen, una cita con el dentista; y al enfrentarse a una separación o algún animal, lluvia, etc los niños y jóvenes lloran y hacen una especie de “berrinche” aferrandose a la pierna de sus padres o escondiéndose.
Entre más tiempo se deje pasar es más probable que los síntomas se vuelvan más intensos incluso con afecciones fisiológicas como caída de cabello.
La familia es fundamental para la recuperación, ya que se tiene que hacer una sensibilización en la que todos conozcan los síntomas de la ansiedad y aprendan a respetar el proceso sin criticar o decir “no exageres”, “no pasa nada”, “supéralo”.
Es de mucha ayuda dejar al integrante que pueda expresar los sentimientos sin ser juzgado o criticado, también realizar actividades como arte, música, deporte que sean relajantes y por supuesto un proceso psico-terapéutico en donde el período de tiempo que dure dependerá de la evolución del síntoma.
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